Una situación traumática, es aquella que, por su propia naturaleza, independientemente de la resiliencia de la persona, tiende a generar “lesiones” en su sistema interno, esto es, síntomas psicológicos que interfieren en su estado de bienestar. Estos eventos traumáticos generaran un trastorno de estrés postraumático (TPET), y están descritos en los diferentes manuales diagnósticos. Si quieres conocer qué es un trastorno de estrés postraumático, te remito al siguiente enlace: COMO SÉ SI HE DESARROLLADO UN TRAUMA | Mónica Perez Arias, Centro Psicológico de Pamplona (centropsicologico-mpa.com).
El DSM-V establece que la enfermedad médica en sí misma, no se considera un evento traumático , y por lo tanto se concluye que la enfermedad médica por sí sola no puede motivar un diagnóstico de TPET. No obstante, el DSM-V establece que los trastornos de adaptación son acompañantes comunes de enfermedades médicas, y pueden ser la principal respuesta psicológica ante un trastorno médico.
Sin embargo, la enfermedad crónica y potencialmente mortal está incluida ya en el DSM-IV (Asociación Psiquiátrica Americana, 1994), como un factor estresante que podría precipitar un trastorno de estrés postraumático (TEPT) en la persona que la padece, y por lo tanto se cataloga como una situación traumática.
Las experiencias estresantes en muchas de estas enfermedades crónicas y graves, que son considerados por la literatura sobre TEPT, como eventos traumáticos potenciales son;
Una enfermedad potencialmente mortal genera una amenaza existencial, y esta amenaza puede ser más comparable a un trauma a largo plazo, como el experimentado por ejemplo en las relaciones abusivas. Como en esos casos, la experiencia traumática que promueve el TEPT no se deriva de un solo evento (Tedstone y Tarrier, 2003), sino del efecto acumulativo de estas experiencias negativas (Turner y Lloyd, 1995). Además, la enfermedad puede interferir sustancialmente con las actividades diarias y la vida familiar, social y laboral, perturba el bienestar emocional y reduce la calidad de vida. Por todo ello, el enfoque EMDR y el uso del modelo de apego puede ser útil tanto para resolver traumas médicos como, además, para facilitar las relaciones cercanas entre el paciente y los cuidadores, ayudándolos a superar los eventos traumáticos relacionados con el empeoramiento de la enfermedad y a enfrentar sentimientos de pérdida y separación. En otras palabras, ayudarlos a encontrar el coraje para vivir (Gattinara, PC., 2009).
Desde una perspectiva biopsicosocial, el trauma parece contribuir al desarrollo y al empeoramiento de la sintomatología de los cuadros somáticos. La evidencia científica es indicativa de que un trastorno de estrés postraumático secundario a una enfermedad somática, interfiere en el curso y pronóstico de la enfermedad. El abordaje psicoterapéutico del trauma, podría facilitar, por tanto, una atenuación y disminución de la frecuencia de las crisis de la enfermedad orgánica, en caso de que se haya dado una relación entre el trauma y la aparición de la enfermedad, pudiendo además mejorar los síntomas orgánicos. Pero sin duda, la mayor contribución se establecerá en el afrontamiento de la persona a la nueva situación. Muchas creencias relacionadas con el peligro, la vulnerabilidad o la falta de control se pueden activar con la enfermedad. Además, sabemos que los vínculos de apego y la red social de apoyo, tienen una influencia significativa en los enfermos, pudiendo integrar el abordaje familiar con el trabajo con EMDR, por lo que trabajar con el contexto encargado del cuidado directo, supondrá un beneficio directo para la persona enferma.
El EMDR se ha aplicado de forma efectiva a pacientes que padecen dolor crónico (Grant y Threlfo, 2002; Schneider et al., 2008; Chang et al., 2015), cáncer (Capezzani et al., 2013), infarto de miocardio (Whalley et al., 2014) y fibromialgia (Friedberg, 2004; Theadom et al., 2015).
La exposición a una enfermedad potencialmente mortal como el cáncer puede constituir una experiencia traumática que puede llevar al desarrollo del trastorno por estrés postraumático (TEPT). (Carletto S, Pagani M, 2016). Una revisión bibliográfica (Carletto S, Pagani M, 2016) realizada sobre las bases neurobiológicas, apoya lo sugerido por el National Cancer Institute (2015), esto es, que los pacientes con cáncer reciban las mismas terapias que se usan para tratar el TEPT relacionado con otras formas de trauma. De acuerdo con Kangas (2013), en un estudio con población diagnosticada de cáncer, los resultados sugieren que el EMDR es un tratamiento efectivo prometedor también para el trastorno de ajuste con síntomas postraumáticos, además del TPEP. Otro estudio piloto que examinó la eficacia de varios tratamientos psicológicos (terapia cognitivo conductual, CBT, EMDR) en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático en pacientes oncológicos. Este estudio, concluyó que el EMDR es efectivo en el tratamiento de muchos síntomas psicológicos en pacientes con cáncer, incluido aquellos con síntomas intrusivos (Fernández, I., Solomon, R., et al., 2013). En la línea de otros hallazgos relativos al cáncer, también se ha mostrado que la calidad de vida y la fatiga mejoraron significativamente después del tratamiento con EMDR.
En el caso de una esclerosis múltiple, también la evidencia científica ha puesto en relevancia los eventos estresantes y traumáticos, como factores precipitantes de nuevos brotes de la enfermedad, y la exacerbación de la misma. La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune desmielinizante del sistema nervioso central, discapacitante y crónica, que generalmente comienza durante la temprana edad y, por lo tanto, presenta una carga emocional significativa con graves consecuencias psicosociales. Además de todo esto, la investigación también está comenzando a arrojar resultados que proponen que el estrés influye en la función inmune a través del sistema nervioso autónomo y el eje suprarrenal hipotálamo-hipófisis. El tratamiento con EMDR de personas con esclerosis múltiple y TEPT, ha evidenciado una mejora sustancial de los síntomas del TPET, reducir la carga psicológica asociada a su afección neurológica, y la repercusión en los componentes del estilo de vida.
En cuanto al Síndrome de Fatiga Crónica, algunos autores (Royle L., 2008) mantienen que un estrés excesivo, accidentes y eventos traumáticos, pueden ser factores desencadenantes del. Por lo tanto, un tratamiento diseñado para abordar el trauma psicológico y la angustia se concluye que el tratamiento del trauma tiene beneficios para estos pacientes. En un estudio de caso único, publicado cuando no había estudios sobre el uso de EMDR con esta población (Royle L., 2008), se logró una mejora con EMDR, que tras 12 meses después los resultados se mantenían.
Por último, el dolor de migraña se ha visto reducido con la utilización de la respiración diafragmática, y EMDR. Sin embargo, el dolor por completo se ha logrado eliminar de forma muy puntual (Marcus SV., 2008). El protocolo estándar de EMDR puede reducir la frecuencia, intensidad y duración de las crisis de migraña, tomando como dianas los episodios pasados de migraña, sus antecedentes, miedos a futuras migrañas, e instalando después una plantilla de futuro (Marcus SV., 2008).
Mónica Pérez Arias
Pamplona
Col. 0937