
Dada la importancia de la calidad de los contactos sociales a la hora de predecir el ajuste psicológico de un individuo, no es sorprendente encontrar una estrecha relación entre competencia social y salud mental.
Se ha constatado que la escasa habilidad social de una persona es un factor de riesgo para trastornos como la fobia social. Los problemas de ansiedad social, timidez y fobia social son origen de otros problemas emocionales como la depresión, con la comparten una alta comorbilidad.
Asimismo, en situaciones adversas o de mayor dificultad, como puede ser una situación de acoso laboral, dificultades de pareja, conflictos en la red social de apoyo, el potenciar la capacidad de interacción social, minimiza los efectos de este tipo de situaciones vitales. Además, la convivencia deseada o no con personas manipulativas genera un desgaste progresivo y muy significativo. El primer paso para poder hacer frente y minimizar los efectos de estar expuesto a personas tóxicas y manipuladoras, es detectarlo.
Las habilidades sociales son un conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás y que generalmente resuelve los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas. Para que se dé una mejora en la competencia social de una persona, es necesario incrementar su autoconocimiento, potenciar el autocontrol de sus emociones e impulsos, y favorecer la capacidad de empatía.
Las relaciones con el otro sexo tienen una importancia básica y vital, de cara a iniciar, mantener y terminar una relación social y/o sexual con un miembro del sexo opuesto. La comunicación es el pilar base en la relación de pareja, tanto en su inicio como en el mantenimiento de la misma. Nos ayuda a relacionarnos con las personas, a expresar nuestros sentimientos, emociones y deseos y sin ella no podemos fortalecer la relación. Muchos de los conflictos de pareja están generados por los problemas de comunicación: no decir las cosas en el momento apropiado, discutir, no saber escuchar empáticamente al otro, no saber expresar lo que uno piensa, etc.
Las habilidades conversacionales (iniciar, mantener y terminar), la comunicación no verbal, las habilidades expresivas (hacer peticiones, dar negativas, hacer y recibir piropos), y las habilidades asertivas, son elementos básicos que componen las habilidades sociales de una persona.