La competición deportiva baja mi rendimiento

A mayor deseo de logro peor rendimiento.

Las personas implicadas en un deporte, donde en los entrenamientos su desempeño es excelente, a diferencia de su eficiencia deportiva en las diferentes situaciones de competición, genera frustración elevada, especialmente cuando este deporte ocupa un gran espacio dentro del concepto que tengo sobre mí mismo, y mi valía personal. Esta frustración puede incluso interferir en mi interacción social, sintiendo miedo de que la percepción de los otros sobre mí mismo sea diferente. Además la vivencia de estos fracasos dentro de las situaciones de competición genera dudas sobre mí mismo, y mi capacidad para afrontar situaciones complejas.

La ansiedad es un impulso necesario para la maduración y desarrollo personal, que se encuentra en la base del aprendizaje y de la motivación (Ayuso, 1988). Nuestro cuerpo, como animal mamífero que somos, de forma innata e involuntaria, ante una situación que se percibe como amenazante o de peligro, la naturaleza nos dota de un sistema de emergencia, con la liberación de adrenalina al torrente sanguíneo, preparándonos para el escape o la lucha.

Ante una situación de competición de un deporte es necesaria y adaptativa, favoreciendo el rendimiento deportivo. La propia ansiedad cumple la función de movilizar el organismo a través del sistema neurovegetativo y endocrino, para una respuesta inmediata de diferentes órganos, que preparan al cuerpo para rendir de forma excepcional tanto a nivel físico, ante una situación que exige un potencia y fuerza de los músculos, la respiración, como a nivel mental, analizando y decidiendo rápidamente de forma acertada reacciones ante las demandas que se plantean con la misma rapidez en el entorno inmediato. La propia modalidad deportiva puede requerir diferentes intensidades de ansiedad, en un momento u otro, donde es preciso que esta modulación se condicione y controle desde el deportista. El nivel de activación de la ansiedad debe ser muy elevada en el momento en que en una carrera de obstáculos, si bien modular y tener un menor grado de activación, en el momento en que el obstáculo esté cerca para lograr la precisión y potencia del salto en el momento preciso.

Sin embargo, cuando esta ansiedad acontece de forma excesiva para mi nivel de tolerancia, el rendimiento disminuirá drásticamente, avocándonos al fracaso.

Altos niveles de ansiedad, con una evaluación y vivencia de la situación de competición como amenazante, bien sea del área cognitiva, fisiológica o motora, facilita una disminución del rendimiento deportivo:

  • sintomatología corporal o fisiológica: enrojecimiento, tensión muscular, sensación de ahogo, mareo, temblor distal de extremidades, fatiga, dolores de cabeza, sequedad de boca, vómitos, sudoración excesiva, palpitaciones, sequedad de boca, falta de apetito, molestias estomacales, gastritis, diarreas, sensación de necesidad de micción.
  • puede invadir nuestro pensamiento, y afectar así a nivel cognitivo: estado de alerta, confusión, malestar y tensión que implican pensamientos y sentimientos de preocupación, temor, inseguridad, falta de concentración, bloqueo, falta o torpeza de decisión, respuestas verbales negativas sobre la situación, respuestas de imaginación de posibles situaciones aversivas, etc.)
  • la ansiedad puede manifestarse en nuestra forma de actuar o sentir, esto es, a nivel motor y emocional: enfado o furia excesiva que genera comportamientos agresivos o reacciones desproporcionadas, evitación de acciones deportivas que en muchas ocasiones agrava el problema, torpeza, movimientos repetitivos de pies y manos.

Además de esta ansiedad excesiva durante la situación de competición, se suele dar una situación de ansiedad precompetitiva, donde 24 horas antes de la celebración de la misma, el deportista sufre un desequilibrio entre su competencia de afrontamiento y la exigencia de la situación a la que hará frente. Esto genera principalmente sintomatología cognitiva, con sensación de incapacidad, temor al fracaso, y locus de control externo ante la situación.

La demanda de este tipo de intervenciones psicológicas se centra en una mejora de la capacidad de concentración y mayor control de modulación de los niveles de ansiedad ante la situación de competición.

En este tipo de casos, el diseño de un programa cognitivo conductual de entrenamiento en habilidades personales para, sin disminuir la eficacia y el rendimiento deportivo, reducir el nivel de ansiedad antes y durante la competición, mejorando así el autocontrol personal durante la competición. En este tipo de intervenciones, la base de psicoterapia fundamental sería.

  • Psicoeducación sobre los mecanismos de la ansiedad, y las diferentes técnicas psicológicas de las que disponemos para hacerles frente, con el fin de obtener una implicación y motivación adecuadas hacia la intervención
  • Entrenamiento en técnicas de control de ansiedad y control de las variables generadoras de incertidumbre, ajustadas a la manifestación individualizada de ansiedad del deportista, y pautas de higiene del sueño, para lograr un patrón adecuado.
  • Desensibilización sistemática, con el fin de deshabituar la emoción negativa de ansiedad asociada a los estímulos de competición.
  • Reprocesamiento de recuerdos relativos a situaciones de competición, que estén interfiriendo en un rendimiento deficitario (EMDR)
  • Reestructuración cognitiva de creencias irracionales
  • Técnicas cognitivas de autocontrol (autoinstrucciones, parada del pensamiento, inoculación)
  • Técnicas de visualización para maximizar la destreza y lograr un incremento de la autoconfianza
  • Técnicas de ejercitación de la atención/ concentración – permanecer en el presente – focalización atencional.
  • Instauración de rutinas.

La psicoterapia iría dirigida a la adquisición de estrategias en situaciones controladas para, posteriormente realizar una incorporación progresiva a su medio natural, generalizándolas inicialmente en situaciones de entrenamiento, y posteriormente de competición.