¿Cuántos de nosotros reconoceríamos públicamente sin ningún temor que hemos recibido apoyo psicológico en un momento de mi vida? Simplemente, en silencio, y ante ti, respóndete. En ocasiones, simplemente este encuentro conmigo mismo no es fácil. Implica pararme y reconocer mi realidad, con mis imperfecciones y bondades.
Tiende a haber un denominador común en los casos en los que intervenimos, y es que, las personas suelen reconocer espontáneamente a lo largo del tratamiento psicológico, que hubiera sido deseable haber recurrido antes a un profesional. Esto nos habla bien de la dificultad que en ocasiones mostramos para reconocerme a mí mismo como persona que necesita ayuda, o de que aunque seamos conscientes de esto, no nos vemos con la fuerza o la valentía para hacerlo, según las emociones que nos genere recurrir a un profesional de la salud mental, que con frecuencia suelen ser negativas. La expectativa de perfección que asumimos en los tiempos que corren, nos avergüenza de poder necesitar ayuda, y más dado que la competencia de uno, mi capacidad, parece que es lo que se pone en evidencia al recurrir a un psicólogo, a reconocer que hay algo en mí que tengo que cambiar. Tal vez sea esto el principio de algo a modificar, de ser más libre frente al significado que le doy a perfección, dado que si esto me condiciona, por definición no soy libre ni dueño de mi vida, y por supuesto, a mi entender, nada perfecto.
Las emociones, comportamientos y creencias que emergen ante las diferentes situaciones a las que nos expone la vida, son lo que nos definen de forma individual.
Esta individualidad reacciona de forma muy diferencial ante la gran diversidad de situaciones a las que tenemos que hacer frente a lo largo de la vida. Esta individualidad nos hace grandes ante situaciones que para otros les hacen vulnerables. Incluso, en etapas distintas, las personas superamos crisis personales elicitadas por situaciones que en la actualidad no suponen un reto para nuestra capacidad de afrontamiento, ni para nuestra respuesta emocional.
A lo largo de los años de mi experiencia como profesional de la salud mental, los motivos más frecuentes por lo que las personas recurrimos a un profesional de esta especialidad, suele estar motivado por:
Nuestro pasado se hace presente a través del inconsciente, y en muchas ocasiones, esas situaciones infantiles y adolescentes generaron creencias sobre mí mismo, y suscitaron emociones que no canalizamos porque la situación se escapó a mi capacidad de integración, que silenciosamente continúan presentes, y no me permiten avanzar o vivir en calma en mi presente.
Sin embargo, todo proceso terapéutico precisa de una evaluación inicial, que integra todas las características individuales de cada persona, centradas tanto en su pasado como en su presente, y se sustenta sobre la disciplina de la psicología científica que se ocupa de la exploración y análisis de la persona. Un conocimiento certero y comprensión completa de las necesidades, dificultades, estilo de interacción, y afrontamiento de la persona que precisa ayuda, va a determinar el éxito de una intervención. La bondad de una evaluación está muy influida por el análisis individualizado de las particularidades del caso que se aborda. En esta primera fase de la intervención, la relación terapéutica se comienza a gestar, siendo necesario que ante temáticas complejas y preguntas difíciles, la interacción con el terapeuta te permita sentirte cómodo.
La terapia psicológica, utiliza metodología sustentada científicamente, donde el profesional debe formarse continuamente a lo largo de su carrera, para adquirir nuevos conocimientos que le permitan abordar cada caso, con las técnicas más precisas que requiera la persona, para que en su presente pueda ser quien dirija su vida, con sensación de bienestar y capacidad para adaptarse y aceptar situaciones, y tomar decisiones libremente desde su código moral, su personalidad y sus creencias. Una intervención psicológica no trata de cambiarte a ti como persona, sino precisamente permite un autoconocimiento, que evidencia tus deseos, necesidades, emociones y creencias, y por lo tanto, posibilita una mayor adaptación para lograr lo que realmente quieres y te satisface en tu vida y las situaciones actuales. Te ayuda a elaborar e interiorizar pérdidas (de ti mismo, quien fuiste y ya no eres, de lo que tuviste y dejaste de tener, de las personas que estuvieron y ya no están, de aquellas que significaron y ya no significan), y a reconciliarte con tu pasado, tanto con las personas significativas que estuvieron en él, como con la persona que eras entonces, como con aquellas personas que suscitaron emociones negativas en tu pasado fueran o no importantes.
Hoy día en el que el TOC, las fobias específicas,depresión, o agorafobia están tan extendidas en una sociedad que se mueve a una velocidades difícilmente gestionables, acudir al psicólogo es uno de los caminos para una existencia estable.