
Estos problemas muy comunes en menores, pueden darse en los siguientes aspectos:
- La negación o rechazo a comer determinados alimentos, bien sea por su sabor, por su textura, por la forma de elaboración (ej. que sea triturado), o por las circunstancias que acompañan a la ingesta, como puede ser ver la televisión mientras come, contarle un cuento o que la persona que le da de comer sea su madre. Esta problemática puede llegar a derivar en dificultades de la ganancia de peso recomendada.
- La velocidad a la hora de las ingestas puede ser un problema significativo. Así, puede presentar una excesiva velocidad al comer, que puede o no finalizar en vómitos, y aumentar el riesgo de atragantamientos. La excesiva lentitud al comer que puede conducir a la formación de bolos de comida, que hace que no pueda tragar el alimento en muchas ocasiones, afecta sin lugar a dudas a la autonomía y autoconcepto del niño, además de un problema del ritmo familiar en muchas situaciones.
- Los vómitos pueden convertirse asimismo en el problema central, tanto durante la ingesta como al finalizar la misma, pudiendo ser no solo por meter excesiva comida en la boca, por “ascos” al sabor o textura de los alimentos, o por rechazo a los mismos o la excesiva velocidad en la ingesta, sino también porque se cronifica y obtiene un beneficio secundario, esto es, que aunque se elicita inicialmente por alguno de los aspectos anteriormente mencionados, se mantiene en el tiempo por la atención recibida, la preocupación paterna suscitada u otras variables que acompañan este tipo de sucesos, como puede ser “que no vaya al colegio porque ha vomitado”.
Excepto en las personas con retraso mental, la pica suele remitir con la adolescencia.
La importancia y preocupación por la imagen corporal, como síntoma central de los trastorno alimentarios, en las investigaciones más recientes se constante una disminución de las edades en las que se presenta una preocupación por la imagen corporal. De este modo, niños de 8 y 9 años, incluso con 7 años, ya comienzan a presentar una preocupación importante por la imagen corporal, lo que puede llegar a despertar actitudes y comportamientos alimenticios problemáticos. En otros estudios se han encontrado ya niños con 5 años que tienen presentes las consecuencias negativas de la imagen obesa.
Las variables que predisponen a presentar un trastorno de alimentación en la infancia, y por lo tanto hace más vulnerable al niño a padecer este trastorno son
- Presión social por estar delgado, que en el caso de niños, suele cursar con verbalizaciones negativas, burlas, humillaciones y/o comparaciones descalificativas sobre su apariencia corporal, provenientes tanto de pares como de sus familias
- Prejuicios contra la obesidad interiorizados en el medio familiar
- Relación de que la apariencia y el cuerpo delgado es un valor social de aceptación y perfección.
- Problemas para ser independiente
- Déficit de autoestima - autoconcepto, centrado especialmente en la autoestima corporal
- Perfeccionismo y marcado autocontrol
- Miedos a la maduración
- Influencia elevada frente a pares y familiares
- Baja comunicación o discusiones familiares frecuentes
- Miedos, sentimientos de culpa
Normalmente el cuadro se desencadena partiendo de algún acontecimiento bien de carácter estresante bien en relación directa con la imagen corporal, como pueden ser:
- Vivencias traumáticas relativas abuso físico o sexual
- Críticas en el seno familiar y/ o en el colegio sobre el físico y/ o la persona
- Acontecimientos estresores en la vida del niño (Ej. muerte de una persona querida, dificultades en la relación con figuras de apego, etc.)
- Actitudes negativas ante la propia imagen física y personal (baja autoestima) que hace que sientan la necesidad de controlar el peso y la figura
Nuestros psicólogos especialistas en trastornos de la conducta alimentaria infantil en Pamplona afirman que estos son síndromes y no enfermedades, dado que no se definen por una única causa, ni presenta un curso clínico común ni una patología común. Se definen mejor como síndromes, esto es, a partir del conjunto de síntomas presentes. Los síntomas frecuentes en los trastornos de conducta alimentaria infantil que tienden a presentar, no siendo necesario que coexistan todos los que se listan a continuación:
- Contenido y cantidad de comida ingerida habitualmente desajustado
- Las pautas de ingesta en cuanto al número de comidas, horarios, lugar y forma, tiende a ser irregulares e inadecuados.
- Frecuencia de conductas restrictivas, con una negativa frontal a comer.
- Impulso a la delgadez
- Insatisfacción con la imagen
- Inefectividad y baja autoestima
- Perfeccionismo
- Desconfianza interpersonal
- Miedos a la maduración
- Inseguridad social
El trastorno de alimentación de la “Anorexia nerviosa”, se presenta con mayor riesgo entre los 14 y los 19 años de edad, siendo entre los 12 y 25, las edades de mayor prevalencia. El inicio de la anorexia nerviosa suele darse entre los 10 y los 30 años, si bien se dan casos no habituales a edades más tempranas.
En la anorexia hay una notable alteración de la percepción de la propia imagen corporal, en muchas ocasiones focalizado en una parte concreta del cuerpo, que conlleva una restricción alimentaria para poder evitar engordar o perder peso, y no por perder el apetito, con un físico de delgadez marcada. En el caso de la infancia, es muy complicado que la pérdida de peso la puedan realizar en secreto, por lo que optan por un rechazo frontal a ingerir ningún alimento.
La pérdida de peso se produce mediante la reducción drástica de la ingesta. La bulimia no es un diagnóstico propio de la niñez, dado que apenas se dan casos por debajo de los 14 años.
Metodología usada por nuestros psicólogos especializados en trastornos alimenticios infantiles en Pamplona
El EMDR es un enfoque holístico y complejo, que apoyado en las técnicas cognitivo conductuales y la intervención sistémica familiar, ha mostrado su eficacia en los trastornos alimentarios. Considera el síntoma, en este caso la alteración que muestra a través de la alimentación, la consecuencia de eventos de la historia de ese niño que le siguen influyendo en su presente, un problema subyacente a dar con él y tratarlo directamente. Este enfoque interviene no solo en las , sino también en las capacidades de afrontamiento y la autoestima