Son en muchas ocasiones, antiguas experiencias de vida que nos arrebatan la paz de espíritu.
He vivido una situación que me ha impactado emocionalmente,
¿es una situación traumática?
¿la situación de alarma sanitaria por el coronavirus es traumática?
La definición de un evento traumático implica una amenaza significativa para la seguridad de la persona o para las personas queridas. También puede suponer un cambio brusco en el medio social o vida de la persona. Todos vemos claramente que una violación, abuso sexual, una situación de maltrato físico y/o psicológico, un terremoto, un aborto, un accidente de tráfico, son situaciones que responden claramente a este tipo de eventos.
El confinamiento debido al coronavirus que estamos viviendo, con la alarma sanitaria suscitada, cumple las características de un evento traumático y podría llegar a generar diferentes secuelas psicológicas en la población.
Dentro de la propia situación, hay grupos de personas que se están exponiendo a situaciones de mayor gravedad traumática:
• El personal sanitario de nuestro país están expuestos a situaciones dramáticas, que implican elevados niveles de impotencia, pérdida de sensación de control, culpabilidad, miedo, frustración y sensación de injusticia. Muchos profesionales están asumiendo la responsabilidad no solo de curar, sino del estado emocional de sus pacientes. Se ven obligados a sustituir a los seres queridos en el apoyo emocional a sus pacientes, quienes están desbordados por la deshumanización y soledad del proceso de muerte, dado el confinamiento y la cuarentena consecuente de la situación. Además, conviven con el desasosiego y la desesperanza de los familiares de sus pacientes en la distancia. Estas condiciones descritas sostenidas durante sus largas jornadas de trabajo, entran en conflicto con sus propias necesidades de cansancio, necesidades emocionales y de autocuidado. Sin embargo, el conflicto más intenso surge entre su sentido del deber en estas condiciones laborales y las necesidades de su vida personal de cuidar y mantener a salvo a los suyos. Otros profesionales no sanitarios que deben seguir ejerciendo su trabajo, también presentan esta ambivalencia y otras características traumáticas de sus condiciones laborales, que deben seguir ejerciendo su trabajo, y exponiendo su salud y la de los suyos.
• Los enfermos graves afectados por coronavirus, están expuestos no solo al confinamiento, sino también a un proceso de enfermedad con gran sufrimiento físico e incertidumbre. Su miedo a la muerte, se une a la soledad y a la ausencia de sus seres queridos en esta experiencia traumática. Seguramente muchos han presenciado como otras personas perdían la vida en condiciones duras, de sufrimiento extremo y de soledad. Posiblemente habrán observado en muchos profesionales sanitarios un estado emocional de desbordamiento, y unos medios y cuidados médicos limitados por la propia situación. Los familiares de estos enfermos, en el otro lado de la barrera, se han visto expuestos a una ausencia de información, y a niveles muy altos de incertidumbre. Además, su miedo intenso sostenido en el tiempo durante el tiempo en que su familiar ha dejado de estar junto a él, se ve incrementado por anticipar e imaginar una realidad más cruda de la posiblemente esté sucediendo, dada la falta de información sobre su estado. El hecho de no poder estar y acompañar a su ser querido en su sufrimiento, el propio confinamiento y el miedo al contagio de la enfermedad son factores que agravan el impacto de la enfermedad de su ser querido.
• Las personas que están sufriendo pérdidas de sus seres queridos en estas circunstancias también han vivido una situación traumática grave. No han podido acompañar, ni consolar, ni abrazar a la persona en su enfermedad ni en su proceso de muerte. No han podido consolar el sufrimiento. No han podido decir ni expresar lo que hubieran necesitado a la persona que están perdiendo. No han podido despedirse de la persona amada. No han cerrado temas pendientes con su ser querido. En ocasiones, las últimas voluntades de la persona fallecida tampoco las han podido respetar. La sensación de injusticia, el enfado, la frustración y la impotencia por las circunstancias sanitarias, políticas y sociales también han podido acompañar el proceso.
Todas estas personas, las confinadas y las de los grupos descritos, no implica directamente que vaya a desarrollar un trauma. El hecho de haber vivido una situación traumática, no determina el desarrollo de un trauma. Para que se produzca un trauma en la persona, los recursos internos y externos de ésta, deben de dejar de ser suficientes para hacer frente a una amenaza externa, a una situación o evento que le desborda, y debe de haber fracasando en la integración de esas emociones por las que nos vemos superados.
Si deseas profundizar en los síntomas indicativos de que la situación traumática vivida haya generado secuelas psíquicas de carácter traumático, te recomiendo el siguiente enlace
Mónica Pérez Arias
Centro psicológico – MPA
Pamplona
Col. 000937