La utilización de la terapia online en nuestra sociedad, se ha ido haciendo cada vez más necesaria.
Cuando los medios tecnológicos todavía no lo permitían, personas que precisaban de un tratamiento psicológico, no lo demandaban porque su propia patología impedía su asistencia a la consulta de un psicólogo. Es el caso de personas con agorafobia, donde exponerse a lugares abiertos, genera una intensa inseguridad y miedo. Con este diagnóstico, salir a la calle puede entrañar un nivel de angustia intolerable, que precisamente sería el motivo principal de consulta, y se convierte a su vez en el impedimento para acudir al psicólogo.
Asimismo, personas confinadas en una cama por una enfermedad orgánica, permanente o al menos duradera en el tiempo, presentan en ocasiones la necesidad de terapia psicológica motivado bien por su situación física, o bien para tratar un problema psicológico previo o concurrente. Algo similar sucede con personas con una discapacidad física que limita sustancialmente su autonomía para los desplazamientos, y dependen de terceras personas para poder acudir a una terapia psicológica.
La atención psicológica a domicilio, suponía entonces una posibilidad, pero los profesionales que accedían a este tipo de tratamientos, empleaban un tiempo excesivo en los traslados. Además, en el contacto inicial, la exposición del profesional a un lugar privado y desconocido donde el único contacto previo es telefónico, no facilitaba que psicólogos con experiencia dedicaran su tiempo a este tipo de intervenciones. A esto se suma, que el tratamiento se encarecía sustancialmente, no siendo accesible a gran parte de la población.
Actualmente, la demanda de terapia online es cada vez más frecuente. El principal motivo de esta modalidad de terapia, es la necesidad de dar continuidad a una tratamiento psicológico ya iniciado. Esto suele suceder cuando la persona ya recibe una terapia y por motivos de estudios o trabajo, se traslada a otra provincia. Cuando la relación terapéutica ya está establecida, resulta complejo realizar un cambio de terapeuta, y más cuando los avances tecnológicos nos permiten dar continuidad a la misma. La confianza en la profesionalidad y en la persona que te atiende, además del profundo conocimiento que un psicólogo termina teniendo sobre la persona que atiende, complejiza precisamente el cambio. Pamplona es una ciudad con muy buenas universidades que facilitan precisamente esta realidad. El elevado número de estudiantes de otras provincias que viven en nuestra comunidad, facilita que los tratamientos se vean interrumpidos con frecuencia por los cambios de provincia, y es ahí donde la experiencia en psicología online se ha ido incrementando a lo largo de nuestro recorrido profesional.
La recomendación de un profesional concreto recibido por personas allegadas a la persona que padece una dificultad psicológica, a pesar de la distancia geográfica que pueda existir con éste, también ha generado el incremento de la demanda de las tecnologías para subsanar la distancia física entre el paciente y el profesional recomendado. Es frecuente que personas que han ido a estudiar fuera de Pamplona, o incluso que viven en provincias diferentes y no han encontrado una solución eficaz para su problemática, decidan acudir al psicólogo que le recomiendan aunque éste, esté en otra provincia.
Otra realidad cada vez más frecuente es el poco tiempo del que disponemos, donde las obligaciones del trabajo, el tiempo dedicado a nuestros hijos, y las tareas del hogar, nos complican nuestro tiempo de descanso y de ocio, y por lo tanto de nuestro propio autocuidado. Es ahí donde, tratamos de minimizar tiempos de traslados hasta el lugar de la consulta, y donde nuevamente la terapia online en personas con un nivel de ocupación muy elevado, toma protagonismo de nuevo.
En la situación que vivimos hace tres años , el estado de alarma sanitario generado por el coronavirus, la necesidad del confinamiento, y la cuarentena para cuidarnos, cuidar de los nuestros, y cuidar de la humanidad, ha generado que la terapia psicológica online sea una necesidad imperante. Gran parte de los pacientes que recibían tratamiento psicológico han dado continuidad a su terapia. Otra parte decidió aplazar el tratamiento a los quince días que inicialmente iba a durar la cuarentena. La falta de confianza en las tecnologías, la inseguridad que pueden suscitar, así como la creencia de la pérdida de cercanía y calidez, fue superada por estos paciente que decidieron retomar la terapia dada la prolongación del confinamiento. Otras personas se han visto obligadas a aplazar en tratamiento hasta que finalice la cuarentena. El hecho de convivir con familiares que desconocen que acuden a un psicólogo, o porque no pueden lograr un nivel de intimidad óptimo por el miedo a ser escuchados, han decidió aplazar su terapia psicológica.
Sin embargo, la demanda de terapia psicológica se ha visto incrementada. La propia situación de cuarentena, la posibilidad de contagio del coronavirus, la exposición a la enfermedad de personas consideradas necesarias para seguir trabajando, las pérdidas, está generando que personas con problemas psicológicos previos, tenga que solicitar ayuda nuevamente, dado que los nuevos estresores de la situación que se está viviendo, está despertando nuevos miedos, culpas, preocupaciones, incertidumbre, dolor. Personas hipocondríacas, personas con problemas de ansiedad, depresivas, obsesivas están exponiéndose a disparadores que ejercen gran desasosiego y angustia para ellos. Hay personal sanitario que ha dejado de poder hacer frente a la situación, con un desbordamiento emocional fluctuando entre la culpabilidad, el enfado, temor intenso, frustración, pérdida de control, impotencia, soledad. Este desbordamiento emocional, puede emerger durante la jornada laboral, pero también al regresar a su vida personal, donde la ambivalencia e intereses encontrados son obvios. Qué decir de los duelos traumáticos que estamos viviendo, donde “no tocaba”, donde los medios sanitarios puede que no fueran los óptimos, donde “no pude estar”, donde “no pude acompañar”, donde no pude “decir” “ni tocar”, donde “se fue solo”, y donde los rituales que ayudan a integrar las pérdidas no se pueden hacer porque la situación no lo permite.
Sin duda, la preferencia profesional de un terapeuta siempre será el contacto directo con el paciente, la cercanía y la calidez. Cuando se hace necesario renunciar a ello, o la preferencia del paciente es esta, la terapia online es una muy buena opción. Es una buena opción, no solo por todo lo explicado anteriormente, sino también, porque se ha demostrado en múltiples investigaciones su eficacia en el tratamiento psicológico de un modo muy similar a la psicoterapia convencional, aspecto esencial para poder utilizarla.